Me enseñaste las primeras letras,
me vestiste de encajes,
muñeca de seda.
Labraste las horas
en tu nido de invierno,
con tus tejidos de noche
me miraste el cuaderno.
Aprendí a leer despacio...
Tus códigos
fueron mi senda de vida;
con ejemplos
educaste mis alas
volando de tu mano querida.
Siempre
cuidaste de mí como niña pequeña
aun cuando la niña eras tú
angustiada y desierta.
Me enseñaste a amar
la vida, mi vida...
con azul de poema
y lluvia en los techos
derramando una estrella.
Luján Fraix