A veces, leyendo a Bécquer
se me ilustra la añoranza,
se hace fruto la bonanza
de su palabra cabal.
Aquel país fue su cuna,
al aldabón de su aliento,
un alud de pensamiento
el ara de su historial.
Fue memorable su pluma,
"La Ajorca de Oro" el tesoro,
su inteligencia valoro,
es presea para guardar.
¡Romanticismo agotado...!
clamaban por toda España,
indagando en la ermitaña
desazón para soñar.
El cromatismo del génesis
comulgaba en el espejo,
don José y su catalejo
ya era vidente pintor.
Gustavo, vate sensible,
retraído y bondadoso,
un fugaz ser luminoso
que padeció un gran amor.
Juró lealtad a las letras,
fue lírico referente,
desde su glosa silente
amó a Julia con dolor.
Frente al arco Sibilino,
Sevilla es su sepultura,
descansa en la galanura
de un divino resplandor.
Luján Fraix
Glorieta de Bécquer (Sevilla) |
Imagen alegórica representado al amor ilusionado,
al amor poseído,
y al amor perdido.
Las flores las colocan los enamorados
que todavía creen
en tan bello sentimiento.