sábado, 13 de junio de 2020

Casida de la niña sola


La niña dormida
despertaba a la vida,
la vida reposaba.
Los sapos y la enramada
en la sombra se perdían
y unos ojos velaban
por esa niña herida.
Vino la madrugada,
roja de sangre viva,
con parajes de luna
bajo las nubes calmas.
Ya la niña lloraba
era luz su alma blanca
y blanca, la mirada.
Vino la noche mansa
con sonidos de bestias,
tímida y sepultada 
con corolas ajadas.
La niña en soledad
no ocultaba su pena
y un ángel la miraba
con alas desplegadas.
Esa niña dormida
era tan solo un alma
que la vida ignoraba.

Luján Fraix