Una leve armonía en la espesura
al compás de color reconocible
embelesa la paz de lo invisible,
da forma al valor de la hermosura.
Deposita su nota en la esperanza
y en aquel ser transida la mirada,
sólo dos pentagramas la alabanza
como copla, la melodía esperada.
El alma duerme, su verdad cautiva,
obediente al clamor que la motiva;
el himno de su trama se vislumbra.
Un ángel entona. El tiempo apura.
La noche abre la puerta, alguien murmura...
El amor nos espera en la penumbra.
Luján Fraix
Soneto clásico